
Traer una nueva vida al mundo debe ser una experiencia tranquila y natural, no acompañada por la sutil violencia de la cirugía innecesaria. Debido a que la experiencia de dar a luz de cada mujer está indeleblemente grabada en su memoria, en mi trabajo como partera trato de ayudar a mis pacientes a hacer memorias sobresalientes.
Read the article in English here.
Antes de comenzar una carrera de partera en 2011, pensé que el parto por cesárea era lo mejor para la madre y el bebé. Eso es lo que yo había visto y oído al crecer en Guatemala y luego lo vi en México, donde las cesáreas son comunes. Si bien este procedimiento puede salvar vidas, también puede conducir a infección, hemorragia, complicaciones en futuros embarazos y problemas respiratorios en los recién nacidos. Comencé a cambiar de opinión durante la escuela de partería en México. Allí aprendí que el parto natural es una opción mucho mejor para la mayoría de los nacimientos y me determiné a ayudar a transformar la forma en que las mujeres en México dan a luz de un procedimiento de intervención a una natural en la que las mujeres se les da la voz que merecen. Durante mi año de servicio, mi año obligatorio de servicio trabajando como comadrona en un pueblo rural llamado Revolución, vi cómo este enfoque podría tener éxito.

Revolución está en Chiapas, el estado más meridional de México. Es una zona rural del país con muy pocos profesionales de la salud para atender a sus más de 3 millones de habitantes. Eso puede ayudar a explicar la alta tasa de muertes maternas, más de 60 por 100.000 nacidos vivos, que es aproximadamente cuatro veces más alto que en los Estados Unidos y 20 veces más alto que en Finlandia e Islandia. Pero Chiapas también tiene una de las tasas más altas de cesáreas en América Latina — casi el 50 por ciento — que no tiene sentido dada la escasez de médicos.
Algunas mujeres valientes viajan de dos a tres horas desde sus casas a hospitales o centros de nacimiento, donde la tasa de cesárea es bastante alta. Pero muchas mujeres en Chiapas dan a luz en casa, a menudo con la ayuda de una o más parteras. Estas son las mujeres locales que ayudan a otras en la comunidad durante sus embarazos y partos. Aunque estas mujeres en general no han tenido ningún entrenamiento formal sobre cómo cuidar a las mujeres embarazadas o atenderlas en sus partos — utilizan las habilidades que aprendieron de parteras que vinieron antes de ellas — muchas veces son la única y mejor fuente de asistencia para las mujeres embarazadas.
Parteras ofrecen consejos durante el embarazo. Ellas se quedan con las mujeres durante el trabajo de parto y el nacimiento, animándoles a moverse o agacharse o empujar según sea necesario. Algunas preparan medicinas de las plantas para facilitar o acelerar el trabajo de parto. Sobre todo, apoyan a las mujeres que cuidan. Si una partera está preocupada de que algo no está bien, ella ayuda a una mujer a ir al hospital.

Parte de mi trabajo es atender partos y asegurar que las mujeres que no pueden o no deben dar a luz de forma natural obtienen la mejor atención médica posible. La otra parte es enseñar a las parteras las habilidades adicionales que necesitan para ayudar a las mujeres a tener partos saludables y seguros en su hogar y reconocer las situaciones que requieren atención médica.
Este trabajo es financiado por Compañeros en Salud, nuestro nombre para los Socios en Salud con sede en los Estados Unidos. Esta organización está trabajando para mejorar la salud en Chiapas y otras regiones desatendidas en México. En colaboración con el Ministerio de Salud de México, Compañeros en Salud ha incorporado la Unidad de Parto Humanizado en la localidad de Ángel Albino Corzo. Es el hogar de un programa piloto que promueve nacimientos respetuosos y culturalmente apropiados atendidos por parteras profesionales, parteras comunitarias, enfermeras, médicos y otros clínicos.

Algunas mujeres embarazadas en la comunidad oyen hablar del centro de boca en boca. Otras nos son enviadas por parteras. Trabajamos como un equipo para ayudar a las mujeres a obtener la atención que necesitan, ya sea la atención prenatal de rutina o el control de la diabetes relacionada con el embarazo o la presión arterial alta o el parto. Dado que el hospital no tiene cirujanos en su personal, las mujeres que necesitan una cesárea deben ser trasladadas a un hospital más de tres horas de distancia que puede realizar el procedimiento.
Ayudar a las mujeres a evitar las cesáreas innecesarias es un trabajo del cual me siento muy orgullosa. Observando a las mujeres en el trabajo de parto y escuchándolas, estoy cada vez más convencida de que el empoderamiento de las mujeres para tener partos naturales es mejor para la madre y el bebé. Por supuesto, también es importante saber cuando esta no es la mejor opción para ellas.
Cuando viajamos a ciudades lejos de Ángel Albino Corzo, no entramos sin permiso y no le decimos a las parteras qué hacer. En su lugar, esperamos ser invitados a la comunidad para compartir información. Cuando una partera aprende cosas nuevas de nosotros, casi siempre está muy orgullosa de ello — este conocimiento le da una mayor credibilidad en su comunidad. Pero también aprendemos de las parteras. Una de las lecciones más importantes que he aprendido de estas parteras rurales es la importancia de escuchar atentamente a las mujeres embarazadas y las que estan en trabajo de parto.

Parteras son muy capaces, y no quieren que su trabajo desaparezca, asumido por hospitales impersonales y posiblemente indiferentes. Al mismo tiempo, están dispuestas a aprender nuevas formas de apoyar a las mujeres embarazadas, atender partos e identificar problemas que necesitan atención médica urgente. Como yo, lo único que quieren es lo mejor para sus pacientes.
Mi abuelo era un médico tradicional. Sus vecinos a menudo lo buscaban para sanar sus heridas y curar sus enfermedades. A veces también ayudaba a las mujeres duranted su trabajo de parto. A menudo pienso en él ya que trabajo con mujeres embarazadas y con parteras comunitarias, segura de que una mezcla de viejas y nuevas maneras es lo que nuestra comunidad necesita ahora.
Carolina Menchú es una partera en Chiapas, México, donde trabaja con Compañeros en Salud. (Helen M. Dájer, enfermera-partera certificada en Boston, tradujo el artículo al español).
Nota del fotógrafo: En México, la atención obstétrica en los hospitales públicos puede ser tan abusiva que un movimiento por el parto humanizado — el nacimiento humanizado — ha echado raíces en el país. Aprendí sobre el trabajo de Carolina Menchú para avanzar en el cuidado respetuoso basado en la evidencia de uno de sus profesores en la primera escuela profesional de parteras profesionales de México y quería fotografiar su lugar en un creciente movimiento para reconocer el potencial de la partería para mejorar la salud materna en México.
Alice Proujansky es una fotógrafa documental que cubre el nacimiento, el trabajo, la maternidad y la identidad. La Fundación Internacional de Medios de la Mujer apoyó este proyecto como parte de la Iniciativa Adelante para América Latina.